Sentía que había llegado el momento de dar vuelta una página en su vida.
Necesitaba un cambio, Respirar aire fresco.
Volver a conectarse con sus deseos y la alegría de poder disfrutar de aquello que hacía.
En el terreno laboral todo marchaba sobre ruedas.
Dedicada al turismo, a paso constante y firme estaba creciendo en su carrera y disfrutando de los logros obtenidos.
Creyó que podría encontrar una vuelta de tuerca a su estado de ánimo por el lado del deporte.
Si bien Nadia Bernardis (36) amaba correr y había participado en diferentes distancias y carreras de calle, ahora sentía que había cumplido un ciclo en ese terreno.
La naturaleza, el aire libre y más puntualmente las montañas la llamaban a descubrir un mundo nuevo, al menos para ella.
Él escapaba de un matrimonio conflictivo y ella le servía café todas las mañanas: “Nos conocimos para alcanzar libertades inesperadas”“Nos vamos a divertir”- Dale, animate, nos vamos a divertir, le dijo su amiga Danu mientras le contaba dónde entrenarían la semana siguiente.
La cita era en el barrio de Saavedra, en la ciudad de Buenos Aires.
Allí funcionaba una de las sedes del nuevo running team en el que se habían anotado y cuyo entrenador era nada más y nada menos que Ezequiel Pauluzak (37), un corredor formado en el asfalto que llegó al trail para meterse entre los mejores corredores del país.
Habían acordado con su amiga que tomarían una clase de prueba.
Luego, si se sentía cómoda, la idea era continuar en la sede de zona Oeste, ya que le quedaba más cerca de su casa.
“Fue un antes y un después.
Me encantó el entrenamiento y sentí que era mi camino para conectarme de nuevo conmigo misma.
Encontré lo que buscaba realmente”.
Las amigas se propusieron comenzar con una carrera en el norte del país.
Entrenaron entonces con ese objetivo.
A Ezequiel, Nadia lo cruzaba esporádicamente y, cada vez que se veían, mantenían charlas informales, como las que puede haber entre un alumno y su profesor.
Hasta que una tarde, él la invitó a merendar.
“Fue algo mutuo.
De pronto los dos nos encontramos mirándonos desde otro lugar y no como alumna y profesor.
Cada vez que nos veíamos, empezábamos hablando de zapatillas y siempre la conversación giraba hacia temas más profundos, de esos de los que uno no habla con cualquiera.
Fue gracioso además.
Nuestra primera salida fue a la tarde.
Ezequiel no toma alcohol así que el plan de salir a tomar una cerveza no era viable.
Ese día tomamos un té.
Sí, suena aburrido, pero somos deportistas y es parte de nuestra vida.
Desde ese momento no nos separamos más”, recuerda entre risas.
“Para mi suegris”El paso siguiente era evitar que los rumores corrieran más rápido que ella.
Nadia se aseguró de contarle la noticia a su amiga Danu, que había sido clave en esta nueva etapa de su vida.
“En el equipo empezó a entrenar también mi mamá.
Además de mis amigos, ella estaba entre las personas a las que quería contarles la buena nueva.
Mi mamá ya veía cómo venía la situación así que creo que era cuestión de tiempo que yo se lo confirmara”.
Pero Ezequiel tenía escondido un as en la manga.
La madre de Nadia había comprado hacía poco una remera del equipo del que ahora formaba parte.
Él, astuto y divertido a la vez, no perdió el tiempo y a la hora de identificar el envío, escribió: “Para mi suegris”.
De esa manera le contaron a la mamá de Nadia que estaban juntos.
Hace casi cinco años que Ezequiel y Nadia están juntos.
Al año de ponerse de novios, decidieron que era buen momento para probar la convivencia.
“Todo se da de una manera muy natural.
No salimos a entrenar juntos y nos gustar mantener la independencia en ese sentido.
Yo tengo mi grupo de amigas, mis actividades, mis viajes y mi trabajo y él lo mismo”.
Nadia asegura que, como con el deporte, la relación entre ellos es sana y sin complicaciones.
Si bien disfrutan de correr y entrenar, también les gusta comer y darse sus permitidos en la alimentación, descansar y pasear juntos.
“Este año nos fuimos de vacaciones a la playa y las vacaciones son vacaciones de todo.
Igual debo confesar que salimos a correr por la orilla del mar, en modo relajado, pero corrimos.
Amamos lo que hacemos, es un estilo de vida para nosotros”.
Afortunada en el amor y también en el deporte, entrenar de la mano de Ezequiel Pauluzak llevó a Nadia a mejorar su rendimiento en poco tiempo y con resultados sorprendentes.
“Si bien yo corría antes, nunca había entrenado de forma tan profesional.
El avance fue muchísimo, progresivo, año a año, pero me sigo sorprendiendo de mis propios resultados.
No lo puedo creer”.
De hecho, este año recibió la convocatoria para formar parte de la selección argentina de trail para participar en un torneo sudamericano y defender la celeste y blanca en la modalidad de kilómetro vertical.
Y consiguió el título de subcampeona sudamericana.
“No se cómo llegue acá.
Lo único que sé es que no fue magia, fue con esfuerzo, responsabilidad de seguir la planificación.
Fueron sacrificios también.
Pero siempre con disfrute de cada paso de este hermoso proceso.
Sin el empuje de Ezequiel, mis amigas y compas de entrenamientos con los que nos fuimos empujando y motivando a mejorar, no hubiese sido lo mismo…”.
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