??No puede pasar otra vez en un frente como el nuestro, amplio, que aquellos que se valen de construcciones colectivas, una vez que esa construcción colectiva lo lleva a un lugar tan importante, inicie una aventura personal.
Para aventureros está el turismo.
La política es responsabilidad.
Para eso se va a esos lugares y no para poner cara de víctima y de yo no fui”.
Esto lo dijo Máximo Kirchner el sábado pasado en Mar del Plata, durante el Congreso del PJ bonaerense.
Si no se tratara del peronismo, donde siempre hay una vuelta de rosca más a los cierres, podría leerse como una sentencia final al debate interno dentro del kirchnerismo, donde hace rato suena el “game over” para el presidente Alberto Fernández.
Es tanta la debilidad del Presidente que, parados detrás del heredero de los Kirchner, mientras éste lo trataba de “aventurero”, estaban dos integrantes de su propio gabinete, Wado de Pedro, ministro del Interior, y Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas, además de varios funcionarios importantes, como la titular del PAMI, Luana Volnovich y la presidenta de la Anses, Fernanda Raverta, entre otros, que aplaudieron la “chicana” ocurrente de Máximo.
En un gobierno normal -éste deliberadamente nunca lo fue- o el Presidente pide renuncias o los funcionarios se van solos.
No se puede desgastar públicamente de tal manera al Presidente, está en el ABC de la política.
Además, está la impudicia del gesto de los camporistas que critican y descalifican abiertamente al Presidente pero no renuncian a sus cargos.
Está claro que la Anses y el PAMI son cajas políticas jugosas que no quieren perder.
Siempre funcionaron así, La Cámpora no fue una agrupación de jóvenes militantes que creció en las calles enfrentando al poder, todo lo contrario, crecieron bajo la sombra y los recursos del poder, nacieron empujados y ordenados de arriba hacia abajo y no al revés, no hay mística ni principios, hay mucha ambición política y compromisos laborales con miles de militantes a lo largo del país.
Alberto Fernández hasta ahora resistió a dos pedidos del kirchnerismo duro, el bono con una suma fija antes de fin de año para equiparar las pérdidas de los salarios ante la inflación y la anulación de las PASO.
Esta es su manera, del modo como lo interpreta Máximo Kirchner, de iniciar su propia aventura pensando en una hipotética reelección o en irse a casa condicionando las listas con participación de gente que le sigue siendo leal.
El polémico dirigente social, Luis D´Elía, se convirtió en un exégeta de lo que piensan los leales al Presidente: “Máximo Kirchner no es dueño del kirchnerismo, reemplazamos toda la construcción original por La Cámpora y se reemplazó el debate democrático y transversal por la obediencia fanática”, dijo este lunes en una entrevista radial donde, además, afirmó que La Cámpora quiere anular las PASO para armar las listas de modo autoritario, “como hacía Herminio Iglesias en 1983, que te aparateaba un congreso y las armaba él”.
Si bien hay gobernadores que están de acuerdo con suprimir las PASO, varios intendentes peronistas del conurbano prefieren defender su terruño con votos antes que le bajen la lapicera en la cabeza, pero no se animan a decirlo públicamente, aunque el círculo se achique, Cristina sigue siendo la Jefa, devaluada, pero la jefa al fin.
El acto del Día de la Militancia del próximo 17 de noviembre en La Plata, donde se recordarán los 50 años del regreso de Juan Domingo Perón del exilio, organizado por el PJ bonaerense, puede ser un antes y un después en la interna del oficialismo.
El mensaje de la convocatoria es claro, una imagen de Cristina hablándole a las masas con la leyenda que acompaña: “La fuerza de la esperanza”.
Resulta paradójico, ya no hay más que esperar del gobierno que Cristina y los organizadores de este acto integran y hay que abrir una nueva esperanza con los mismos que fracasaron en la gestión, sin Alberto pero con Cristina, que quizás de señales de ponerse nuevamente el traje de candidata y dejar así la cancha marcada anticipadamente.
Difícil, pero no imposible.
Las causas judiciales que preocupan a Cristina Kirchner están en un momento caliente: en la causa Vialidad podría haber sentencia en diciembre y la Cámara de Casación deberá definir si habilita el Juicio Oral por la causa Hotesur-Los Sauces y la que investiga el Memorándum con Irán.
Las tres tendrán instancias de apelación, a favor o en contra, nada será definitivo, pero enfrentar un año electoral con una condena y dos juicios orales en la gatera no sería lo más conveniente, aunque para muchos, una Cristina candidata mete presión a los jueces: “sería como intentar proscribirla” dicen calladamente con la singular lectura que suelen tener sobre la independencia de los poderes.
Por eso se espera que en su discurso del 17 se escuche no solo una señal sobre su futuro político y la construcción de una alternativa esperanzadora con ella como protagonista, sino también un duro mensaje a la justicia y en especial a la Corte Suprema, que acaba de anular una estrategia bochornosa que realizaron en el Senado dividiendo el bloque oficialista en dos para quedarse con los dos miembros del Consejo de la Magistratura.
e indicando que ese lugar pertenece a la oposición.
En este caso, sería para el senador Luis Juez.
Fue tan burda la maniobra que ni siquiera disimularon, nunca dejaron de actuar como un solo bloque.
Hoy aparecen senadores que amenazan con desconocer este fallo, lo que generaría un escenario institucional al borde de la inconstitucionalidad, si se busca esto premeditadamente se rompen todas las reglas de juego que deben existir en una república.
Mientras tanto, el presidente Alberto Fernández estará aterrizando este 17 de noviembre en el país, luego de su gira por Francia y Bali, aún se desconoce la hora, así que posiblemente se entere durante el vuelo si su “aventura” política personal se terminó o aún tiene chances de reflotarla.
Hace tiempo que hace malabares entre agradar a la Jefa, no romper el espacio e intentar darle un perfil más personal a ese proyecto.
Quizás nunca se dio cuenta que en este juego de poder siempre contó con la carta más valiosa: gobernar para todos.
Lamentablemente, cuando la necesitó no supo utilizarla o sencillamente lo hizo mal.
En este cuarto gobierno kirchnerista, entre la impericia de Alberto y la ambición de Cristina, el único legado que están dejando es estrechar los caminos de salida para un país que se termina de encerrar solo, donde la esperanza es solo una consigna vacía basada en una épica impostada y la aventura personal termina siendo una construcción tan inconsistente como la credibilidad de quien pretende llevarla adelante.