
Fuente infobae 21/01/2023
Sumando bienes y servicios, la Argentina habrá exportado más de USD 100.000 millones (Stephane Mahe/)Se terminó el año 2022, ganamos la copa del mundo.
El 2022 también dejó un nivel récord para las exportaciones argentinas, con ventas de bienes por USD 88.446 millones y un estimado para las exportaciones de servicios —las cifras finales estarán disponibles cuando se publiquen los datos de la balanza de pagos— por encima de los USD 12.000 millones.
En total, sumando bienes y servicios, la Argentina habrá exportado más de USD 100.000 millones, cifra que nunca antes se había alcanzado.
Las exportaciones de bienes en 2022 superan el récord anterior —correspondiente al año 2011— en más de USD 5.400 millones y están más de USD 23.300 millones por encima del valor exportado del 2019.
Las importaciones de bienes también registraron un nivel récord con un total de USD 81.523 millones.
Se trata de valores bien por encima de los registros de los años 2011 y 2019 (más de USD 7.500 millones y USD 32.000 millones, respectivamente).
En cantidades, las importaciones del año 2022 aumentaron un 11% respecto de 2021 y 29% con respecto a 2019.
Es lógico que las importaciones hayan crecido: si la economía crece, las importaciones también.
Esta lógica se evidencia en los incrementos observados en las importaciones de bienes de capital, sus partes y piezas que, en conjunto, crecieron 25% respecto a 2021 y 48% respecto a 2019.
La guerra, con su impacto en el precio de la energía y los fertilizantes y agroquímicos y cierto “adelantamiento preventivo”, también son parte explicativa de la dinámica de las importaciones.
El resultado de la balanza comercial para el año 2022 arrojó un saldo positivo por un total de USD 6.923 millones.
Concluye así, el tercer año de gestión con saldo comercial superavitario, situación que no se verificaba en la Argentina desde el ciclo 2012-2014.
Volvamos sobre las exportaciones.
El crecimiento exportador observado en 2022 fue generalizado.
Todos los grandes rubros incrementaron sus ventas externas y se registraron récords en las Manufacturas de Origen Agropecuario (USD 33.119 millones) y los Productos Primarios (USD 23.868 millones), motorizados por los complejos sojeros, de maíz y trigo, y carne bovina.
Las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial alcanzaron el valor más alto desde 2013 (USD 23.061 millones), con cantidades exportadas que se ubican 3% por encima de las de 2021.
Este rubro comprende las exportaciones de mayor valor agregado, donde se destaca el crecimiento de las exportaciones de complejidad media y alta.
Entre los bienes industriales los datos dan cuenta de un crecimiento importante en algunos sectores donde la Argentina tiene capacidades productivas estratégicas.
Las exportaciones del complejo automotor alcanzaron un valor de USD 8.698 millones y la cantidad de vehículos exportados en 2022 fue la mayor de los últimos ocho años.
Las exportaciones de productos farmacéuticos se incrementaron 3,3% y alcanzaron el segundo mayor valor, después de su récord en 2015.
Mientras que el complejo petrolero-petroquímico —el tercer complejo exportador luego del sojero y maicero— tuvo una expansión notable de sus exportaciones impulsadas por el petróleo que más que se duplicaron durante el año y también registraron su máximo nivel histórico.
Por su parte, las exportaciones de la minería (oro, plata, mineral de cobre y litio), tuvieron un crecimiento durante el 2022 de más del 15%.
El litio alcanzó niveles récord, y la progresión hacia adelante es francamente positiva.
Las exportaciones del complejo automotor alcanzaron un valor de USD 8.698 millones (MemoryStockphoto/)Por supuesto, el récord de las ventas argentinas al resto del mundo tiene un efecto precio considerable.
No hay ninguna duda al respecto, de hecho, la tarea hacia adelante incluye el aumento sostenido en las cantidades totales exportadas.
Lo mismo sucede con la cantidad de empresas exportadoras que, luego de alcanzar un máximo en 2011, empezó a contraerse y permanece más o menos estable desde el 2015 hasta hoy.
También se observa una concentración en los productos exportados, circunstancia que se explica, fundamentalmente, por el incremento de los precios de las commodities.
No obstante, es importante tener claro que el año 2022 constituye uno de los tres mejores años en términos de cantidades exportadas de la última década.
La dinámica del comercio internacional argentino está relacionada con factores exógenos (la evolución de la economía internacional y, por ende, la demanda internacional y, en particular en el caso argentino, el precio de las commodities y el comportamiento de la economía brasileña) y con factores locales, que están asociados a la estructura productiva.
Es en este punto donde se entrelaza la política industrial y de innovación con el desempeño exportador.
Dicho de otro modo, el crecimiento de las exportaciones se da en un contexto internacional y regional determinado, pero sus características e intensidad también son una consecuencia de las políticas de transformación productiva, que permiten un mejor aprovechamiento del impulso, no solo externo, sino también interno, del crecimiento de la demanda.
El incremento en las exportaciones de bienes industriales es una consecuencia virtuosa de las políticas públicas en favor de la producción nacional y el empleo.
Los datos referidos al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) estarán disponibles en unos meses, sin embargo, es esperable que la tasa supere el 5%, bien por encima de la media regional.
La composición de este crecimiento también es importante.
La inversión viene siendo el componente más dinámico de la demanda y alcanzó, en 2022, valores que no registraba desde 2011.
En el tercer trimestre la ratio Inversión/PIB fue de 21,5%.
La producción industrial creció 5,2% en los primeros once meses del año y la capacidad instalada llegó al 69%, cifra que no se registraba desde 2017.
El consumo también se ha recuperado, producto de la dinámica del mercado de trabajo.
El empleo registrado lleva, al mes de octubre, última cifra disponible, 22 meses consecutivos de crecimiento ininterrumpido y solo en los 10 primeros meses del año se crearon 525.000 nuevos empleos.
Como todos sabemos, en la agenda de aquí en adelante es fundamental recuperar el poder de compra de los salarios y, en el mediano plazo, también es importante que la generación de empleo sea en la formalidad y con buenos niveles salariales, no solo por la justicia intrínseca de esta dinámica, sino también por su impacto positivo sobre el consumo, ergo el mercado interno y, entonces, sobre la inversión.
Este ciclo de crecimiento, que permitió recuperar en un solo año todo lo perdido en pandemia y que implica dos años consecutivos de aumento del PIB —una dinámica que no se verificaba en la Argentina desde el periodo 2010-2011— es producto de la política industrial y científico tecnológica que se puso en marcha ni bien comenzó nuestro gobierno, aún con todas las vicisitudes de público conocimiento.
Y aquí están los resultados.
Si este año crecemos —la mayor parte de las proyecciones indican un dato positivo, aunque menor al observado en 2022— estaríamos en presencia de tres años de expansión del PIB, lo que no sucede desde el ciclo 2006-2008.
Como hemos visto, los datos del intercambio comercial argentino dan cuenta de una respuesta favorable del sector productivo argentino a las políticas públicas en favor del incremento de la producción nacional, la generación de empleo y la innovación aplicada a los bienes y servicios producidos en nuestro país.
A la par debe sumarse el trabajo de la Cancillería argentina con sus representaciones en el exterior para abrir nuevos mercados, eliminar barreras no arancelarias e incrementar la presencia de bienes y servicios argentinos en el mundo.
Esta tarea ha dado buenos resultados, aún en un año como ha sido el 2022, que presentó serias y nuevas dificultades en el transporte y las rutas internacionales, con restricciones en el acceso a los puertos y en la disponibilidad de insumos claves, entre otras complicaciones producto del efecto combinado de la pandemia y la guerra.
Los desafíos para el 2023: más encadenamientos productivos y empresas exportadorasEl año que se inicia nos plantea algunos desafíos, la sequía a la cabeza.
Pero también hay buenas perspectivas para las exportaciones de bienes industriales, combustibles, minería y productos de las economías regionales.
A ello debe sumarse el dinamismo esperado de las exportaciones de servicios, que en el tercer trimestre de 2022 marcó niveles récord, en particular en el caso de los servicios basados en el conocimiento —que representan el 60% aproximadamente de las exportaciones totales de servicios— y una fuerte recuperación pospandemia del turismo internacional.
En el caso de las importaciones, para el 2023 y en adelante, se prevé una sustitución paulatina de la energía importada por el gas que, gasoducto mediante, podremos transportar desde el sur a todo el país y, luego también, exportarlo a países vecinos.
Existe una coincidencia entre sectores de distinta raigambre y orientación política respecto de las oportunidades que la Argentina tiene en el futuro mediato como exportador de algunos productos clave, pertenecientes a los sectores de la energía, la minería y los alimentos.
Estamos hablando de los próximos años, no de un futuro lejano en el tiempo, y de una progresión creciente en el mediano plazo.
Las proyecciones indican un incremento sustantivo en las exportaciones que operaría como un factor estabilizador muy importante para la macroeconomía, con su correlato positivo en las tensiones inflacionarias.
En esta oportunidad que se presenta, el desafío para la política pública —y por lo tanto para todo el arco político— es reconocer la necesidad y la efectividad de la política industrial y científico-tecnológica en el crecimiento y su composición, en las exportaciones y en el dinamismo del mercado de trabajo, en particular, para la generación de empleo con buenos salarios y derechos.
Una parte importante de las tensiones geopolíticas que experimenta el mundo hoy se explica, justamente, por la discusión en torno a quién produce y dónde y, por lo tanto, quién genera empleo, desarrolla las innovaciones y controla las nuevas tecnologías.
El que produce, innova.
El que produce e innova, crea más empleo.
Eso es lo que discute el mundo.
Los europeos se refieren a este asunto como la capacidad para generar y aumentar la “autonomía estratégica” del bloque, fortaleciendo las políticas en favor de la producción “made in Europe”.
La Argentina —y el MERCOSUR— no deben dejar pasar esta nueva oportunidad para generar nuevos encadenamientos productivos en torno a los sectores estratégicos con grandes capacidades exportadoras.
Si agregamos valor e innovación a esos recursos naturales aquí, en nuestro país y en la región, tendremos más empleo y tendremos nuevas tecnologías más amigables con el ambiente.
Si tenemos más empleo, tendremos más consumo y ese consumo es otro de los factores que contribuyen a atraer inversiones productivas.
El relanzamiento de la relación política y económica con Brasil, a partir de la asunción del Presidente Lula y su primera visita internacional a la Argentina para encontrarse con el Presidente Fernández, se inscribe en esta misma lógica.
La potencia política, económica y social del MERCOSUR —con sus cuatro socios fundacionales y las posibles incorporaciones de nuevos países al bloque— es evidente, en particular, en el nuevo contexto geopolítico global y teniendo en cuenta la abundancia de recursos estratégicos para los nuevos encadenamientos productivos.
No hay excusas, tenemos todo y podemos hacerlo.
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